Por Héctor Gómez

El 10 de junio de 1945 me desperté más temprano, a pesar de ser domingo. Mi madre, mientras preparaba el mate me dijo. – Está bien anda, pero rápido porque si se despierta tu padre se va a enojar. Salí a la vereda de la calle Mar Chiquita (hoy Tomás Le Breton) doblé por  Mariano Acha y corrí ansioso hasta la esquina con Nahuel Huapi. Esperé un rato y por fin lo vi. El tranvía venía en contramano. Era cierto. Esperé otro tranvía y lo mismo. Convencido de la cosa volví corriendo a los gritos ¡Es cierto, el tranvía vino al revés! Mi padre con el mate en la mano rezongó.– Este tipo no sabe que inventar. Yo entendí que se refería a Perón, el Presidente, porque siempre lo escuchaba discutir de eso con mi tío Cecilio. Pasó el tiempo y supe que quien propuso cambiar la circulación de las calles en Argentina fue Juan Pistarini, un militar Ministro de Obras Públicas. Un general que conservo ese cargo por 8 años durante tres gobiernos consecutivos. Nacido en Victorica, una pequeña localidad ubicada en el llamado Territorio Nacional de La Pampa, hoy Provincia, soportó al ingresar al Colegio Militar las burlas de sus compañeros, por el origen italiano de su familia y su llegada de un lugar casi desconocido. Aquellos condiscípulos, que hacían gala de su condición de pertenecer a familias de clase superior, tuvieron que admitirlo como uno de los mejores alumnos de su clase.

Fue a estudiar ingeniería a Europa para luego retomar su carrera militar en Argentina. Sin descuidar nunca su desarrollo como brillante ingeniero, participó también en política oponiéndose en algún momento a decisiones del gobierno de Hipólito Yrigoyen. Años de notoria convulsión entre los militares que finalmente tomaron el control del Estado derrocando al gobierno civil en 1930. Más tarde Pistarini apoyaría, gobernando Marcelo T. de Alvear, la candidatura a Ministro de Guerra del General Justo.

En Europa, deslumbrado por el impresionante desarrollo de la tecnología alemana, tristemente usada luego para la guerra, estableció estrechas relaciones con industriales y técnicos de esa nacionalidad. Tuvo a su cargo la Dirección de Ingenieros del Ministerio de Guerra y desde ese lugar dirigió la construcción del Hospital Militar,  el barrio de suboficiales Sargento Cabral de Campo de Mayo y  la Escuela de Aviación de Córdoba entre otras obras de notoria importancia. “Llueva o no llueva, la familia siempre come”, habría dicho, al pedir la derogación de una ley que disponía no abonar el jornal a los obreros en los días de lluvia. El 4 de Junio de 1943 participo del movimiento militar encabezado por el GOU, una logia militar que integraba con otros militares, entre los que estaba el entonces coronel  Juan Domingo Perón. Esa logia militar que, según algunos historiadores, evito que el golpe del 43 derivara en algo similar a la revuelta de septiembre del 30.

Dos años después y ocurrido el evento popular del 17 de Octubre el país encaró las elecciones de 1946 que concretaron la llegada al poder del primer gobierno peronista. Precisamente al inicio de ese gobierno Pistarini mantuvo su cargo de Ministro de Obras públicas y eso le permitió concretar un viejo sueño que venía defendiendo desde antes, construir el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Su proyecto, aprobado en 1935, después de un profundo análisis se comenzó a concretar con la compra de las siete mil hectáreas, que eran parte de la estancia “Los Remedios”, a precio muy conveniente. Esta elección además contó con la aprobación de Pistarini por la excelente condición del terreno constituido por una firme tosca que evitaba trabajos y costos adicionales para asegurar su firmeza.

En diciembre de 1945 se colocó la piedra fundamental y se inició la construcción que permitiría inaugurar el 30 de Abril de 1949 unos de los aeropuertos más importantes del mundo en aquella época por la amplitud y extensión de sus pistas. “La humanidad está formada por dos clases de hombres: aquéllos que se conforman con andar entre las cosas que han sido creadas por otros y los que se conforman solamente realizando obra propia El aeródromo de Ezeiza, que de hoy en adelante se llamará “Ministro Pistarini”, llevará ese nombre, no por decisión del gobierno, lo que representaría un acto administrativo más, sino por decisión de los propios trabajadores que lo han construido; decisión popular que,…  tiene más valor que si el propio gobierno en pleno así lo hubiera dispuesto” Con estas palabras el General Perón inauguraba personalmente la obra elogiando al militar ingeniero que la había hecho posible. Al inicio del segundo gobierno de Perón el 4 de Junio de 1951, Pistarini dejo el cargo para centrarse en la actividad privada. A pesar de ello, cuando en septiembre de 1955 la llamada Revolución Libertadora tomaba el poder, el ya Teniente General Pistarini, que tanto había aportado al país construyendo, escuela, rutas, barrios y tantas obras, fue detenido acusado de delitos  inventados y nunca probados. Sometido a vejámenes, perseguida su familia, sin asistencia médica y negada su pensión de militar retirado, terminaría falleciendo en el penal de Ushuaia con 74 años, el 29 de mayo de 1956.

Recién en Junio de 1985 se le restituyó el nombre de Ministro Pistarini al Aeropuerto de Ezeiza que por decreto de la Libertadora había sido eliminado en noviembre del 1955. Triste costumbre de querer desconocer la historia cambiando o eliminando imágenes o nombres.