Por Claudio Leveroni

Si algo no piensa hacer el gobierno nacional en estos días es lanzarse en soledad anunciando medidas más extremas para acotar la circulación de gente por las calles. La pandemia deja enseñanzas después de tantos meses de transitarla. Algunos de esos aprendizajes son sanitarios, otros son políticos. El presidente Fernández ordenó alentar a los gobernadores e intendentes para que asuman determinaciones acordes al panorama local de cada uno. El crecimiento de nuevos contagiados es brutal en los últimos días, pero no es uniforme en todo el país.

La región del AMBA concentra la mayor atención, capitaliza más del 60% de los nuevos contagios diarios. Larreta se ha sentado en la comodidad del discurso de las libertades que tanto seduce al electorado porteño y en especial al de medio pelo, como lo definiría Arturo Jauretche. Desde el primer día el Jefe de Gobierno de la Ciudad pudo salir a comprar vacunas. Prefirió mirar para otro lado. Así y todo, en cada aparición pública que hace se revuelca en la victimización que brotan de sus palabras afirmando que la ciudad espera la llegada de las dosis que distribuye el gobierno nacional. También tomó como bandera la presencialidad escolar, lo hace actuando la situación como si estuviera llevando un estandarte de la libertad. Ahora, minimiza la cantidad de contagios señalando que solo se han comprobado un 0,71% en las aulas. Llevado a números se trata de 177 cada día, se lo recordó el docente de UTE Eduardo López.

Desde Casa Rosada alientan a los gobernadores con un mensaje, el gobierno pone a disposición lo que se necesite para controlar las determinaciones que están facultados para tomar. “No pretenderán que el presidente vaya controlando los patios de comida de los Shopping”, aseguró un ministro al salir de un plenario de iguales en Balcarce 50.

Todos asumen que hay un hartazgo general ante la extensión de la pandemia. Un estado de rebeldía que lleva a la gente a coquetear con la letalidad del virus. No contabilizan lo mal que la pasaron quienes lo sobrevivieron después de varios días, y hasta semanas, de internación. Las colas que se vieron el fin de semana pasado en Unicenter son una demostración de irresponsabilidad colectiva. También le cabe el calificativo a la empresa que tendió una telaraña publicitando tentadoras ofertas. En pandemia es un gesto tan miserable como punible.

La cadena de irresponsables es mucho más amplia. El papel de los comunicadores que pueblan las mayoritarias cadenas opositoras ha dejado de ser penoso para escalar algunos peldaños más en la escalera de calificativos con los que se los podría definir. Envalentonados por una patronal mediática que los avala en todo, despliegan discursos temibles y fuera de toda cordura. Falsean información, dibujan datos y hasta avalan que alguien afirme que la vacuna puede matar. Hace tiempo abandonaron el periodismo, aunque aún se disfracen del noble oficio que bastardean todos los días.

El presidente Fernández tendrá el alta médica este jueves. En su convalecencia, que transitó sin rasgos importantes de la enfermedad gracias a la Spuitnik V que recibió en enero, se mantuvo activo siempre dentro de la casa de huéspedes de la residencia de Olivos. Este martes participó de un almuerzo virtual con el asistente Especial del Presidente de Estados Unidos y Director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional, Juan González, y la subsecretaria interina para Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Julie Chung.

El presidente, entre gestos e invitaciones mutuas con los comensales virtuales del país del norte, avanzó con un pedido. Alertado por el canciller Felipe Sola supo que en Estados Unidos hay 30 millones de vacunas de AstraZeneca, sin uso y sin destino aún en el plan de vacunación local. Argentina espera que lleguen las dosis, también de AstraZeneca, que se produjeron en nuestro país y debían envasarse en México. Esa tarea no fue posible por falta de insumos como viales y jeringas, por lo que debieron llevarse las dosis a Estados Unidos. Fernández le pidió a los funcionarios extranjeros la posibilidad de un enroque de dosis entre las que ya están listas y sin destino en Estados Unidos y las que fueron fabricadas en nuestro país y esperan turno para ser envasadas.

En la planta bonaerense de Garín, la farmacéutica mAbxience, perteneciente al Grupo Insud del argentino Hugo Sigman, produce 18 millones de dosis mensuales del producto básico de la droga contra el Covid-19 que se envía a México para terminar el proceso de envase y presentación. La demanda internacional de frascos, jeringas y soluciones salinas empantanó ese proceso por lo cual se han derivado las dosis a Nuevo México, en el oeste de Estados Unidos. La respuesta inmediata de los interlocutores del presidente Fernández fue que trasladarían la inquietud. En las próximas horas sabremos si el pedido llegó a buen puerto.