Por Claudio Leveroni

Con las pantuflas puestas, desde la comodidad de sus hogares, los cortesanos del supremo tribunal decidieron maltratar el poder judicial con un fallo que contradice el sentido común antes que el jurídico. Ordenaron que la presencialidad escolar en picos críticos de pandemia debe continuar y resulta ser más relevante que la presencia misma de los jueces en sus puestos de trabajo. Privilegios de pocos contra angustia de muchos.

La calle grita un sentido común. Si los pibes se contagian piojos en las aulas, ¿cómo no van a contagiarse un virus? Recorrer este camino para desentrañar el verdadero sentido del fallo de la Corte es un error. No fue una determinación sanitaria la sentencia de los integrantes del máximo tribunal, fue una decisión política tardía y esperada con el solo objeto de hacerle sentir su rigor al gobierno de turno, aunque esto represente casi un golpe institucional. Es una jugada al límite del reglamento constitucional que plantea un desafío para el gobierno nacional, debe dar una respuesta que esté a la altura de las circunstancias sino quiere ver esmerilado su poder y representatividad en las decisiones que vaya tomando.

Un comunicado del Poder Ejecutivo, a través de la Secretaría de Medios, y una serie de mensajes desde la cuenta personal en twitter de Cristina Fernández fue la primera reacción del gobierno. Hacía falta algo más, una imagen que acompañara el sentido de unidad del frente político que maneja los destinos de la administración nacional. Esa postal se vio este miércoles en Ensenada incorporando a Sergio Massa, el único de los referentes principales que no se había manifestado públicamente contra la resolución de la Corte Suprema.

En la tierra del intendente Mario Secco el líder del Frente Renovador asintió con gestos y aplausos las intervenciones de Alberto Fernández. Lo hizo siempre, hasta en los párrafos más incisivos que no son del gusto de ex mandamás de Tigre, como cuando el presidente bordeo la complicidad de los medios de comunicación opositores que festejaron el fallo del Tribunal Superior.

En la Rosada ya nadie duda que el partido Judicial se sumó abiertamente a la alianza opositora. De allí el clamor del presidente al señalar «no usen sus sentencias para favorecer a sus candidatos». Que no sea una novedad no es motivo para no señalarlo

La opo mediática no tiene límites en sus acciones, va más allá de cualquier lógica de buen comunicador. Cristina Pérez, desde el noticiero que conduce, fue animada a señalar que Alberto “no necesita helicóptero para mostrar que es el presidente más débil de la democracia”. La escasa versatilidad intelectual de la comunicadora no le permitió surfear el momento con una frase más sutil, quedó chapotenado en el barro. Es tan solo un ejemplo, trazos similares abundan. Canaleando se descubren con llamativa facilidad. Posiblemente este caso sintetice el promedio dominante que tiene la tele actual a la hora de desarrollar pensamientos. El periodismo se encuentra cada vez más lejos de la caja boba, es necesario buscarlo en grajeas por otros lados.

En Balcarce 50 saben que esa, la de los medios, es una batalla perdida. En su enorme mayoría pertenecen a grupos empresarios que alientan otro camino para el país. Uno más cercano a sus intereses y alejado del bien común. El presidente lo expresó en Ensenada. “Cada cosa que hacemos y decidimos, lo hacemos pensando en la salud y la vida de los argentinos; ni el fallo de un tribunal ni la tapa de un diario nos harán cambiar de idea”. Una idea recorre el espinel de intuiciones de este cronista. Se avecinan tiempos donde los hartazgos brotarán desde la población. La pandemia viene siendo un dique de contención, pero puede presentar fisuras. Hay hechos, manifestaciones, que suelen transformar incertidumbres en certezas. Cuando esto definitivamente suceda veremos una nueva instantánea de la realidad argentina.