Hace 82 años, un 12 de junio de 1938, llegaba a su fin la guerra con mayor cantidad de víctimas en América durante el siglo XX. La guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay devoró más de 90 mil vidas en una contienda bélica que se mantuvo, como tal, durante tres años.

Ambos países arrastraban diferencias por los límites de su frontera común en la zona del Gran Chaco desde los años de la América colonial, cuando los gobernadores del Paraguay, esgrimiendo derechos de jurisdicción sobre la región, llevaron a cabo expediciones y fundaciones. El fracaso diplomático derivó, en 1932, en el conflicto armado más cruento entre dos países de América del Sur. Fueron tres años de batallas continuas, hasta que en 1935 se firmó un protocolo de paz rubricado en 1938.

Bolivia, desde su nacimiento como República en 1825, entendió ser heredera del territorio del Chaco Boreal, hasta la confluencia de los ríos Pilcomayo y Paraguay. Las dos naciones creyeron tener soberanía legítima sobre el Chaco Boreal.

Los distintos gobiernos que se sucedieron en Bolivia y Paraguay, entre 1879 y 1901, mantuvieron negociaciones permanentes para delinear definitivamente los límites en conflicto. Llegó a existir, inclusive, un principio de acuerdo aprobado por los poderes ejecutivos de ambas naciones y por la legislatura boliviana, que partía en partes iguales la región en disputa. Pero, finalmente, el acuerdo fue rechazado por la legislatura paraguaya.

Argentina, que había participado de la guerra de la triple alianza contra el Paraguay, entre 1865 y 1870, fue aceptada como mediadora en varias ocasiones. Primero en 1901 y más tarde entre 1927 y 1928. En ambas ocasiones, producto de la intransigencia de ambas partes, no hubo acuerdo.

Los reiterados fracasos diplomáticos derivaron en la instalación de puestos militares en la región en disputa. Una vez ubicadas frente a frente las dos líneas de fortines, no hubo que esperar demasiado para el inicio de incidentes.

En diciembre de 1928 tropas paraguayas atacaron y desalojaron a las bolivianas del Fortín Vanguardia, ubicado en la zona de Bahía Negra. Cuando parecía inevitables acciones bélicas de mayor envergadura se logró formar una Comisión de Neutrales, con sede en Washington. En marzo de 1929 se dispuso restablecer, en el Chaco, el estado existente antes del incidente de Vanguardia. Bolivia abandonó Boquerón, y Paraguay reconstruyó y devolvió Vanguardia. Pero, dos años más tarde en 1932 nuevos incidentes marcaron el inicio del tramo más violento de la disputa por el Chaco Boreal que recién finalizaría en 1935.

El 15 de junio de 1932 un destacamento boliviano atacó y se apoderó de un fortín paraguayo ubicado a orillas de la laguna Pitiantutaí. Desde Asunción se ordenó el retiro de la delegación paraguaya de la Conferencia de Washington y una acción militar que retomó del fortín. La guerra ya estaba desatada.

Bolivia compró armamento para equipar a un ejército de 30 mil hombres. Adquirió tanquetas, una flota de aviones, y hasta contrató un general alemán que dirigió las acciones desde el frente de batalla. Paraguay también adquirió armamento para su ejército de 20 mil soldados, pero carecía de aviación.

Desde mediados de 1932 y hasta 1935 paraguayos y bolivianos libraron sangrientas batallas como la de Boquerón, un fortín que fue tomado por un regimiento de1.200 soldados bolivianos. Para recuperarlo el ejército paraguayo lo rodeó y aisló, quitándole toda posibilidad de apoyo exterior. Combatieron durante 20 días hasta que la falta de agua, víveres, y municiones forzó la rendición boliviana. La batalla de Boquerón dejó 1700 muertos, y más de 2 mil heridos.

Las batallas en el Chaco Boreal fueron feroces y cuerpo a cuerpo. El 10 de noviembre de 1932, 1.500 bolivianos guiados por el Coronel. Bilbao Rioja atacaron, en Kilómetro 7 de Saavedra, al Regimiento. “Corrales”. Paraguayos y bolivianos, según describieron sobrevivientes, combatieron con “ferocidad inaudita a tiros, machete, cuchillo, y hasta a golpes de pala”.  Paraguay rechazó el ataque, pero el saldo de un día entero de combates fue que de los 3.000 soldados que participaron, entre ambos bandos, murieron más de 1.000.

Una nueva gestión, encabezada por el canciller argentino Carlos Saavedra Lamas, e integrada con representantes del Brasil, Chile, Uruguay y EE.UU., permitiría un entendimiento.  El 14 de junio de 1935 se firmó el protocolo de paz por el cual se convenía el cese definitivo de las hostilidades.

Como una forma de dejar establecido que ninguna de las partes cedía en sus pretensiones, media hora antes de la hora establecida para firmar el protocolo de paz, en el frente de batalla se desencadenaron feroces combates.

Crónicas de los sobrevivientes y documentos fotográficos muestran como después de las 12, hora en que se firmó el pacto en Buenos Aires, soldados paraguayos y bolivianos, se abrazaron en el campo de batalla, celebrando el fin de la guerra.

Las repercusiones en todo el mundo por la firma del tratado de paz que ponía fin a la guerra del Chaco, fueron inmediatas. Carlos Saavedra Lamas recibió el Premio Nobel de la Paz en 1937, año en que se realizó en Buenos Aires la Conferencia para la consolidación de la paz con la asistencia del presidente de Estados Unidos Franklin Roosvelt.

Saavedra Lamas fue Ministro de Relaciones Exteriores argentino hasta el fin del mandato del Presidente Agustín P Justo. En febrero de 1938 asumió la presidencia Roberto Ortiz quien decidió organizar, el día de la firma del tratado definitivo de Paz, una gran movilización en plaza de mayo. Ese día, el 21 de julio de 1938, Ortiz habló desde los balcones de la casa Rosada.

El 10 de octubre de de 1938, el colegio arbitral dictó su fallo estableciendo la línea divisoria entre ambos países poniendo, así, punto final al largo y sangriento conflicto boliviano-paraguayo. En los tres años que duró la guerra se movilizaron 350 mil soldados y hubo más de 90 mil muertos