En diciembre de 2005 el Presidente Néstor Kirchner le anunció al país lo que terminó siendo uno de los más relevantes momentos de su gestión de gobierno, el pago de la totalidad de la deuda con el FMI. Fue una decisión de extraordinario contenido político asumida con particular coraje bajo un contexto de riesgo latente. El país venía de sufrir cuatro años atrás el peor estallido económico y social de su historia.

Desde el primer día de gestión Kirchner asumió una postura muy crítica hacia las políticas que el FMI impulsó para nuestro país. Denunció en foros internacionales la incapacidad de este organismo para ayudar a los países en época de crisis. Lo hizo en encendidos discursos dentro y fuera del país. En septiembre del 2004 lo planteó en la Asamblea de Naciones Unidas. Kirchner fijó una estrategia extraída de las vísceras mismas del peronismo, aquella que propone golpear y negociar, volver a golpear y volver a negociar. Gimnasia política que presupone intuir los límites de esa negociación, saber en qué momento se debe cerrar para que quede con saldo positivo para el país.

En intimidad dirigentes cercanos a Kirchner aseguraban que se había inspirado en un hecho provocado por Perón el 9 de julio de 1947. Ese día, ejerciendo la presidencia, el líder del Justicialismo declaró en San Miguel de Tucumán la Independencia Económica Argentina. Lo anunciaba en momentos que visitaba nuestro país el presidente de Chile, Gabriel González Videla. Perón afirmó ese día que el imperialismo capitalista interfería en la vida de los pueblos en su desmedido afán de lucro. Aquella consigna lanzada desde el “Jardín de la República” se transformó en bandera histórica del peronismo. La independencia económica fue un instrumento adecuado y funcional para construir una economía libre, en las condiciones propias de ese momento histórico.

Cuando Kirchner asumió la presidencia en mayo del 2003, el Banco Central tenía poco más de 8 mil millones de dólares en reservas. En menos de un año de gestión logró hacerlas trepar hasta los 15 mil millones, y en el 2005 llegó a los 27 mil millones. En los tres primeros años de la gestión de Néstor Kirchner no hubo déficit fiscal. Con ese nivel de acumulación el Presidente asumió una determinación política que le permitiría al país retomar su soberanía para diseñar estrategias de crecimiento, pagar con divisas de las reservas del Banco Central los 9.810 millones al FMI. El presidente hizo público ese anunció el 15 de diciembre de 2005.

Datos de aquellos tiempos emitidos en sendos informes oficiales elaborados por distintos organismos internacionales como el Banco Mundial, la Confederación Económica para América latina y el Comité para la anulación de las deudas del Tercer Mundo, coincidían en señalar que América latina ya había pagado, en los últimos 20 años, seis veces su deuda original. Así planteado, en el proceso de endeudamiento argentino se violaron principios básicos que están contemplados como figura penal en el derecho internacional como la usura. En los mismos tribunales donde había causas contra el Estado Argentino por el incumplimiento de pagos, existía también la posibilidad de contrarrestar judicialmente bajo la figura de ese abuso. Eso nunca se hizo.

Kirchner había presentado en Dubai, en 2003, una propuesta de pago a bonistas tenedores de la voluminosa deuda que tenía el país hasta entonces. No incluyó a los tres organismos financieros internacionales, en esa quita. Ellos eran los acreedores más importantes que tenía argentina. En esos momentos la deuda sumaba 15 mil millones al FMI, otros 9 mil al Banco Mundial y 8 mil al BID.

La Argentina estuvo en default durante tres años. El Fondo fue un acreedor privilegiado. Entre enero y noviembre de 2002 nuestro país pagó 8.357 millones y si se computan los 9.800 que se abonó para terminar con la deuda, recibió casi 19 mil millones de dólares en 4 años. Además, Argentina le pago también a al BID y al Banco Mundial otros 6 mil millones en ese mismo período. El desendeudamiento con el Fondo le permitió mayor autonomía en las decisiones políticas al gobierno nacional. En aquellos años ese organismo era conducido por Rodrigo Ratto, posteriormente procesado y condenado por fraude fiscal en España.

Por fuera del saneamiento de la deuda con esos tres organismos y después de esos tres años en cesación de pagos, Néstor Kirchner puso en marcha el canje de bonos con una quita superior al 65%. Esa implementación terminó reduciendo la deuda externa total de nuestro país en un 50%.

Kirchner no estuvo solo en la región desplegando políticas de desendeudamiento. El presidente de Brasil, Lula Da Silva, había asumido una estrategia similar. Aprobó la decisión de pagar anticipadamente todo lo que se le debía al FMI. Desembolsó, con reservas monetarias del país, que estaban cerca de los 67.000 millones de dólares, 33.700 millones. La deuda externa total de Brasil era de 226.000 millones de dólares y la interna de casi 200.000 millones.

Las políticas de Lula habían permitido un superávit comercial en 2005 de 40.000 millones de dólares permitiendo, entre otras cosas, una reevaluación del Real frente al dólar. Kirchner y Lula acordaron esta estrategia después de reunirse en Puerto Iguazú, en el marco de la conmemoración de los 20 años del acuerdo bilateral que dio más tarde inicio al Mercosur. Según mencionó en una entrevista el influyente asesor presidencial brasileño, Marco Aurelio García, allí se abordó el papel que cumplirá Brasil en el desendeudamiento de la Argentina ante el Fondo Monetario Internacional.