El 9 de junio de 1956 la resistencia peronista al golpe que había derrocado a Juan Domingo Perón poco menos de un año atrás, organizó un levantamiento cívico – militar liderado por el general Juan José Valle. Por esos días la dictadura endurecía aún más su perfil represivo. Timoneados por el ala más virulenta y antiperonista, que encabezaban el almirante Isaac Rojas y el general Pedro Eugenio Aramburu, había decidido dejar de lado cualquier posibilidad de acuerdo con el gobierno constitucional destituido. El mensaje se redobló con la salida del general Eduardo Leonardi, quien asaltó la presidencia el 23 de septiembre esgrimiendo “ni vencedores ni vencidos”. La dupla dura lo reemplazó seis meses después colocando a Aramburu en su lugar. La represión y persecución a peronistas se redobló.

Dentro de las Fuerzas Armadas quedaban muchos leales a Perón, el general Valle era uno de ellos. Fue quien lideró los levantamientos del 9 de junio con grupos de la resistencia peronista organizados desde la más absoluta clandestinidad. La dictadura llevó a niveles tan extremos el odio y persecución que llegó hasta el paroxismo de sancionar el decreto 4161 que penaba como delito la sola mención del nombre del ex presidente o cualquier alusión al peronismo.

Aquel levantamiento contra la dictadura resultó trágico. Concluyó con el fusilamiento, el 12 de junio, del General Valle en la Penitenciaría Nacional de la Ciudad de Buenos Aires (actual parque Las Heras) seguido por el asesinato de 17 militares y 18 civiles. Sabiendo de su final Valle le envió una carta al dictador Aramburu. No fue para pedir clemencia, sino para ratificar su posición. “Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado”, expresó en un párrafo de aquella misiva agregando, “entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos”. Valle fue fusilado junto a 26 personas más. Sus restos están en el cementerio de Olivos (foto), donde cada 9 de Junio recibe homenaje de militantes peronistas. A 12 cuadras de ahí una calle lleva el nombre de Aramburu. Sigue siendo un débito de la democracia y del gobierno municipal de San isidro reemplazar esa nomenclatura.

Aquellas jornadas de brutal represión pretendieron ser ocultadas en el relato oficial. Una extraordinaria investigación periodística que llevó adelante Rodolfo Walsh permitió conocer en detalle los pormenores de un asesinato en masa que tuvo como escenario terrorífico y final los basurales de José León Suarez. Walsh dejó testimonio de aquellos fusilamientos en el libro Operación Masacre, relatando como fueron perseguidos y fusilados 12 militantes peronistas en aquellas jornadas. Cinco murieron en el acto (Carlos Lizaso, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Vicente Rodríguez y Mario Brión) y siete sobrevivieron (Reinaldo Benavidez, Rogelio Díaz, Horacio Di Chiano, Norberto Gavino, Miguel Ángel Giunta, Juan Carlos Livraga y Julio Troxler).