El golpe de estado en Bolivia expone la fortaleza que mantienen las minorías de la región, ligadas a poderosos grupos de interés que son capaces de voltear un gobierno que alcanzó metas extraordinarias volcando un mayor bienestar para el conjunto del pueblo boliviano.

Evo Morales asumió en 2006 la presidencia de Bolivia, por entonces el país más pobre de Suramérica. Morales no sólo logró hacer crecer la economía, sino que ésta lo hiciera de forma constante y con distribución en el grueso de la población. Nacionalizó los hidrocarburos por decreto, poniendo fin al abuso de las empresas trasnacionales. Logró estabilizar la inflación y el tipo de cambio, mejoró la confianza en la economía del país lo que permitió el aumento de los depósitos en bolivianos en moneda propia. Aumentaron las reservas internacionales y la inversión pública.

Los datos de la economía boliviana son contundentes. En la gestión Morales el PIB de Bolivia pasó de US$9.000 millones a US$40.000 millones, significando que per cápita saltó de 955 dólares a 3.172 dólares. La pobreza extrema descendió 20 puntos en estos últimos 14 años. Paso del 37.4% de la población al 17.4%. La tasa de desempleo era del 8.5% en 2005 y en la actualidad es de 4.2%. Las reservas en dólares que tenía Bolivia en 2005 era de 1.148 millones. Hoy supera los 12.734 millones. La inversión en el sector público salto de 578 millones de dólares a 4.809. La tasa de abandono en la educación bajó de 6.1% a 3.4%. Bolivia resultó la economía con el mayor crecimiento económico a finales de este año con una proyección de 3,9%.