Después de dilatar por más de dos horas los cómputos prometidos a partir de las 21:00, negando la información a los argentinos, el gobierno terminó por reconocer la brutal derrota que sufrió en las primarias de este domingo. El propio Presidente tomó el micrófono desde el bunker de Juntos Para el Cambio, sin globos amarillos de por medio, para comentar que no habían realizado una buena elección. No había datos oficiales todavía, pero Macri ya sabía de la diferencia de 15 puntos que le había sacado Alberto Fernández. Un porcentaje que sospechasamente no dio, en la previa, ninguna encuestadora. El presidente tuvo el poco tino de mandar a dormir a todos para comenzar rápidamente una nueva jornada laboral. Nada refirió Macri a la falta de datos que por esa hora representaba una verdadera vergüenza nacional. Más tarde Cristina Fernández, a través de un video emitido en el bunker del Frente de Todos en el barrio de Chacarita, le pidió a quienes comandan la fuerza gobernante que no manipulen con las cifras.  Minutos antes un zonrrojado Rogelio Frigerio, acompañado por Adrian Pérez, abrió los cómputos oficiales con el 58% de las mesas escrutadas. Ese porcentaje dejaba en claro que la detención de la información del escrutinio había sido una determinación del gobierno. Las cifras sorprendieron a propios y extraños, Alberto Fernández obtenía el 47,37% y Mauricio Macri el 32,23%. 15 puntos de diferencia que resultan determinantes para asegurar que será imposible revertir semejante cifra en las elecciones del 27 de octubre. La diferencia fue más brutal en la provincia de Buenos Aires con Axel Kicillof llegando al 49,26% dejando 18 puntos atrás a la actual mandataria, María Eugenia Vidal con 32,66%. Nadie se fue a dormir, mucho menos la agitada parcialidad que acompaña a los Fernández quienes festejaron hasta tarde sobre la avenida Corrientes frente al local partidario en Chacarita.