Bajo la administración del país en manos de Mauricio Macri la deuda externa volvió a ser el gran problema nacional. Los condicionamientos externos representan un verdadero grillete que limita las posibilidades de tomar determinaciones políticas soberanas. El gobierno saliente deja terreno minado en la economía argentina, concentrando en los próximos meses un brutal volumen de los compromisos que contrajo. La salida a este conflicto requerirá de una estrategia inteligente, adecuada a las circunstancias, más un particular coraje para afrontar el embate de los poderosos sectores que priorizan sus intereses por encima del bienestar social.

Sin las pretensiones de tener que ser el mejor de los últimos 50 años, el equipo económico de Alberto Fernández deberá fijar metas para sortear complicados escollos. Según datos oficiales Argentina tiene en el 2020 vencimientos por u$s48.868 millones de capital y otros u$s14.838 millones en concepto de intereses. Es un monto que representa el 13% del PBI nacional que, según cálculos de la Secretaría de Finanzas, se aproxima a los USD 420.000.

Los vencimientos del año próximo se distribuyen, básicamente, entre títulos emitidos que están en manos de tenedores privados (40%), organismos bilaterales y multilaterales (21%), y agencias del sector público (37%).

Para lo inmediato se especula que el nuevo gobierno estará solicitando de dos a tres años de gracia ante los principales deudores. No planteará una quita, entendiendo que el país puede en este período, con criteriosa administración de su balanza comercial, generar recursos para retomar los pagos y reconstruir una estrategia soberana de crecimiento. Para eso Argentina debe generar dólares exportando más e importando menos. El grifo para la huida de divisas en productos que compiten con la industria propia se cerrará. También se desalentará la compra de divisa extranjera como herramienta de ahorro, algo culturalmente complejo. Martín Guzmán, el flamante responsable de Hacienda, trae libreto propio, pero no se desenvolverá en soledad. El verdadero responsable del rumbo económico será el Presidente Fernández, tal como supo rescatar de Néstor Kirchner cuando lo acompañó siendo su Jefe de Gabinete.